sábado, 18 de diciembre de 2010

CARTA AL NIÑO JESUS


Querido niño Jesús:

Realmente no sabia como comenzar esta carta, tenemos tanto tiempo desconectados que espero no te hayas olvidado de mí. Soy aquel niño que quería ser astronauta, medico, escritor, científico y presidente, todo al mismo tiempo ¿Me recuerdas? Bueno, ha pasado el tiempo. Pero creo que en el fondo mi corazón no ha cambiado tanto, puede que se haya endurecido un poco, puede que ahora dedique menos tiempo a soñar despierto, que ya no disfrute tanto contando estrellas o imaginando como debe ser el interior de un hormiguero. Pero aún se emociona cuando mira una puesta de sol, todavía se arruga cuando se siente solo, a veces llora cuando no encuentra respuesta.
A diferencia de la época en que te escribía, ahora dispongo de poco tiempo para hacerlo; de hecho me acabo de dar cuenta que ahora miro el reloj. Era más agradable cuando medía el tiempo con las salidas y puestas de sol, y por supuesto con las hermosas noches decembrinas llenas de luces, regalos y las hallacas de mi madre.
Recuerdo que mis cartas eran más específicas, se limitaban a una lista de regalos, y no tenían tantos rodeos y palabrerío diplomático, cosas que me ha contagiado el mundo de los adultos. Trataré de que esta sea igual, dejaré que la escriba el niño que aún vive en mí y mandaré a dormir al adulto cuidadoso, serio (bueno, solo un poco) y responsable (¿yo dije eso?) que se está haciendo cargo de la redacción de la misma y la está convirtiendo en un palabrerío que sé que ya debe haberte aburrido.
Bueno……..esta es mi lista:
1) Deseo que protejas y escuches a cada niño del planeta, sin distinción de raza, credo o condición social. Que ninguno de sus ruegos deje de recibir respuesta, especialmente cuando pidan tu ayuda en momentos desagradables. Que el pan nunca les falte, que siempre tengan un techo que les proteja de la intemperie y alguien que les dé un abrazo, un beso y les lea algo antes de irse a la cama. Que ninguno tenga que acostarse en el suelo; que no tengan que refugiarse de las bombas que los adultos lanzan sobre su ciudad por razones que ni tú entiendes; que nunca tengan que esconderse de nadie; que nunca dejen de sonreír; que nunca dejen de creer y confiar en ti.
2) Deseo que desaparezcan las multinacionales que matan a nuestra madre tierra, esclavizan a nuestros niños y fabrican productos adictivos diseñados especialmente para enfermar. Para luego vendernos sus “curas”, vacunas y demás productos que ofrecen un alivio a las mismas desavenencias que ellos crean. Que todos sus presidentes y gerentes vuelvan a ser niños, estoy seguro de que dejarán de matar por dinero, y volverán a amar el hogar que tú les creaste.
3) Deseo que desaparezca el consumismo sin sentido que ha convertido la navidad en un gran negocio. Donde todos corren como locos a gastar dinero en cosas que no necesitan, a regalar cosas que solo generan más basura para nuestra amada tierra. Donde nadie se acuerda del hambriento, del que no tiene casa, del que no puede ni quiere escribirte por que se cansó de nunca recibir respuesta. Donde en vez de querer compartir, queremos deslumbrar.
4) Deseo que desaparezcan las escuelas, donde no se enseña a pensar sino a obedecer. Donde se comienzan a seguir reglas sin sentido, donde se comienza a venerar la competencia y se premia por ser mejor que el resto. En su lugar tráenos muchos árboles de mango, para que nuestros niños sean guiados bajo su sombra en un aprendizaje sin competencia mal sana, sin calificaciones que etiquetan y comiendo al aire libre de ese rico fruto, mientras le dan forma a las nubes tendidos en la grama mirando al cielo azul.
5) Por favor llévate a otro planeta a los políticos, dirigentes de turno, gerentes de telemercadeo, empresarios corporativos, líderes religiosos, moralistas, discriminadores, racistas, violadores, explotadores y demás seres que perdieron la magia y la honestidad de la niñez. O mejor aún, dales una oportunidad de volver a ser niños y hazlos inmunes al vicioso, corrupto y egocéntrico mundo que hemos creado los adultos.
6) Recuérdanos quienes somos realmente, cada vez que nos veas con el ceño fruncido, de mal humor, peleando con los vecinos o trabajando mucho. Así dejaremos de mirar el reloj, sonreiremos más y te escribiremos más seguido.
7) Recuérdanos cómo perdonar, como dejar el pasado atrás y vivir en el presente como cuando éramos chicos, y todo nos parecía un milagro repleto de colores, magia y posibilidades infinitas.
8) Ayúdanos a recordar que no estamos solos, y que este "mundo loco patas arriba " ha sido creado por nosotros mismos, desde el día en que dejamos de jugar y comenzamos a pelear por sobrevivir.
9) Perdónanos cada vez que te ofendemos permitiendo que miles de niños sufran y pasen hambre, mientras pegamos la nariz de una vitrina, preocupándonos solo por nuestros asuntos y no haciendo nada por el projimo.
10) Por favor respóndenos esta carta y fírmala, para que los que dejaron de creer, perdieron la fe en tí, o simplemente olvidaron que una vez fueron niños comprueben con su juicio de adultos que no nos has olvidado. Tal vez así comiencen a poner su granito de arena para que todas estas peticiones comiencen a hacerse parte de nuestra realidad común desde ya.

Me despido, no sin antes agradecerte por permitirme escribirte estas líneas. El niño que una vez fuí acaba de sonreír de nuevo. Creo que al fin me ha perdonado!!!!!!!!!!!!

Por Elvis Canino

jueves, 9 de diciembre de 2010

¿CUANDO FUE LA ÚLTIMA VEZ QUE ALGUIEN TE DIJO “TE AMO”?


“La infancia muestra al hombre, como la mañana muestra el día.”

(John Milton)


¿Recuerdas qué se siente cuando alguien te abraza, te toma de las manos o simplemente te ve a los ojos y te dice “Te amo”? ¿Recuerdas lo hermoso que es que esas palabras salgan de alguien a quien amas o admiras? El cosquilleo en el estómago, las ganas de seguir viviendo, la sensación de ser querido, de importarle a alguien, de ver todo con la gracia que adquieren las cosas sencillas cuando se ama y se es amado. Visualiza la situación y estoy seguro que sentirás paz, alegría, tu visualización será grata….puedo dar fe de eso.

Por otra parte ¿Recuerdas la última vez que alguien te gritó? ¿Te recuerdas sintiendo terror e impotencia en alguna situación? ¿Alguna vez alguien se ha reído de ti sin que puedas defenderte? ¿Te han golpeado (en tu vida adulta) sin que puedas hacer algo al respecto? (Espero que no) ¿Alguna vez alguien a quien amas te ha hecho daño? ¿Sabes lo que se siente en un momento así? Si lo visualizas….¿Qué sientes?.....¿Impotencia? ¿Rabia? ¿Dolor? ¿Un sentimiento de traición? ¿Odio mezclado con sumisión?.....estoy seguro de que la visualización no va a ser nada grata.

Ambas visualizaciones describen, cada una por su lado, la situación emocional de un niño que es muy amado y de un niño que es maltratado bien sea física, psicológica o moralmente por sus padres y demás adultos allegados a su entorno. En ambas situaciones las personas que infligen el abrazo y el castigo son personas a quienes se les ama y admira. En el primer caso las caricias y palabras recibidas alimentan y multiplican el amor y la admiración por ese superhéroe o semidios llamado papi, mami o el familiar de donde provengan; mientras que en el segundo lo que crece es la sumisión y el mal llamado “respeto”, acompañado de un dolor profundo y un resentimiento disfrazado de mil emociones, preguntando una y otra vez como un eco en el vacío “¿por qué me hace daño?” “¿será que me lo merezco?” “entonces ¿le amo o le odio?”

Los recuerdos de nuestra primera infancia nos acompañarán de por vida, bien sea consciente o inconscientemente. De ellos dependerá nuestra de forma de reaccionar ante diversas circunstancias, nuestra forma de pensar, de socializar, nuestro carácter y hasta nuestra salud mental y física. Esto no quiere decir que sea limitativo de por vida, ya que el ser humano tiene libre albedrío y puede cambiar lo que sea cuando sea, si se lo propone. Pero está más que comprobado que esta primera etapa de nuestra vida es crucial; yo diría que es algo así como nuestro software básico. A lo largo de los años, reinsertaremos y desecharemos programas nuevos y viejos, pero siempre sobre nuestro programa básico.

Tus hijos van haciendo su programa básico desde que están en el vientre. Por eso es tan importante el bienestar emocional y la tranquilidad de la madre embarazada y de su entorno. El bebé en su vida intrauterina ya está como una esponjita, absorbiendo todo lo que a través de su madre siente y escucha. Al nacer comienza a observar, escuchar, identificar, asociar e interactuar con su entorno, y la parte de su entorno que más influencia tiene sobre ellos eres tú. No solamente contribuyes a su programación básica con lo que les haces o les dejas de hacer, sino que también tu conducta, tus palabras y tus reacciones son observadas, sentidas y copiadas en su totalidad. Ellos andan observando todo y basándose en eso para ir a su vez creando su realidad. Incluso aquello que sientes y no expresas es perfectamente percibido por estos pequeños super observadores.

Basándote en esto y tomando como referencia las dos visualizaciones que te sugerí al inicio de este artículo, ¿Cuál te gustaría que sea la programación básica y el tipo de recuerdos que tengan tus hijos o los niños que estén creciendo en tu entorno? Si te quedas con la primera opción (espero que sea esa la de tu agrado) ¿Qué estás esperando? Sal corriendo ya…..agarra a esa criatura, abrázala, amapúchala (como decimos en mi país), mírale a los ojos y exprésale con toda tu alma: “Te amo”………y por favor……que ese sea tu eco…….


Por Elvis Canino