El tiempo que dediquemos a nuestros hijos siempre será invaluable. De la
calidad del mismo dependerá lo cerca o lo lejos que se encuentre su mundo del
nuestro, y la facilidad o dificultad con la que podamos comprendernos
mutuamente en el transcurso de la vida.
Algunas personas piensan que dar tiempo a sus hijos significa inundarlos
de cosas materiales para que estén distraídos o simplemente sentarse con ellos
a ver la televisión cada noche sin cruzar una palabra.
La calidad de la comunicación es sumamente importante en cualquier tipo de
relación afectiva. Una relación sin comunicación es una relación enferma, se va
degradando a medida que pasa el tiempo y generalmente termina colapsando sin
que ninguno de sus miembros pueda hacer mucho por recuperar los pedazos.
Los adultos, normalmente olvidamos aprender a escuchar a los demás. Oímos,
más no escuchamos. Andamos dando carreras para poder cumplir con todos, pero no
nos damos un respiro para entender las señales que nos manda nuestro cuerpo,
las alarmas que se encienden en nuestro hogar, los gritos de auxilio que nos
envían nuestros hijos.
Si seguimos cegados por el trabajo y los deberes, y seguimos postergando
el sentarnos a escuchar a los niños con atención, tarde o temprano crecerán, se
irán y harán sus propias vidas; será entonces cuando vendrán los
arrepentimientos y pensaremos: “…Si hubiese trabajado un poco menos, y
disfrutado más de mis muchachos…”
No esperes a que esto suceda, disfrútalos ahora, bésalos ahora, abrázalos
ahora, escúchalos ahora, juega con ellos ahora. Por supuesto que debes
dedicarte a tu trabajo y a tus rutinas, pero no dudes en sacar todo el tiempo
que puedas para disfrutarlos ahora, es más, dales siempre la prioridad en tu
agenda.
La mayoría de los adolescentes establecen barreras impenetrables para con
sus padres, justamente por no haberse establecido un sano nexo comunicacional
desde la infancia. Sintiéndose libres de expresarse solo en compañía de amigos
y en las llamadas tribus urbanas, donde se establecen vínculos basados en la
libertad de “ser ellos mismos”, cosa que jamás han sentido en casa.
Las distracciones domésticas y la agenda laboral, de no ser compensadas
con mucho tiempo compartido, comienzan a crear una especie de brecha
comunicacional y afectiva que se va haciendo cada vez más grande. Un abismo
enorme se forma entre nuestro mundo y el de nuestros hijos, al extremo de
convertirnos en perfectos extraños viviendo bajo el mismo techo.
Afortunadamente existen muchísimas actividades que pueden convertir estos
momentos compartidos en un verdadero disfrute para todos. La idea es pasarla
bien, no haciéndolo por cumplir como si de una obligación se tratara, ya que
esto le quitaría lo placentero y terminaría fastidiándonos y haciéndonos
regresar a las rutinas.
Cada familia, según los gustos y hobbies de quienes la conforman puede
programar su propia agenda de actividades, haciendo énfasis en el disfrute de
todos.
Lo importante es crear lazos de amor indestructibles, realizando
actividades sencillas y al alcance de cualquiera. Aprendiendo a ser padres, a
ser hijos, creciendo juntos como familia.
Acá pongo como ejemplo mi propia lista personal. Quizás alguna de las
actividades que en ella se encuentren te guste y termines incluyéndola en tu
agenda.
1) Lectura en familia:
¿Cuántas horas pasan tus hijos frente al televisor? Sería mejor invertir más tiempo en leer juntos, bien sea un cuento, una revista, o cualquier cosa que haga de un rato de lectura una oportunidad de compartir, reír e imaginar juntos.
Enséñales que la lectura puede ser amena y agradable, si ven que de verdad
lo disfrutas, mejor aún. Además si reemplazas tu propio hábito de ver demasiada
televisión por el de leer más, te harás un favor, pues en vez de seguir dejando
que otros piensen por ti, cada vez te provocará menos estar hipnotizado frente
a la “caja loro”.
Recuerda que somos modelo a imitar por nuestros hijos, no se trata de caer
en prohibiciones autoritarias, sino de mostrarles que existen alternativas más
enriquecedoras, y por supuesto de predicar con el ejemplo.
2) Sembrar un árbol:
Otra excelente oportunidad de pasar un buen rato con tus hijos, enseñarles a amar la naturaleza (cosa que ellos hacen mejor que nosotros) y hacerlos conscientes de la importancia de cuidar el planeta en que viven.
Además, estar en contacto con la tierra es excelente terapia para
relajarse, eliminar el estrés y ser niño de nuevo. Para los pequeños es
maravilloso ver a sus padres permitiéndose ser niños, reconectándose con ese
chico al que a veces relegamos a un rincón de nuestra alma. Esta actividad me
ha ayudado enormemente a apreciar mejor las cosas sencillas que enriquecen y
dan sabor a la vida.
Sembrando un árbol con tus hijos sellas también una especie de pacto de
amor entre ellos, la tierra y tú. Pocas
actividades están tan llenas de magia como esta.
3) Jugar en el suelo:
¿Desde cuándo no te permites jugar en el suelo? ¿Olvidaste lo placentero que es? ¿Olvidaste que no hay nada de malo en ensuciarse o mojarse en un charco?
Deja ya de privarte de actividades tan placenteras como ensuciarte en el
suelo, saltar sobre el fango o jugar bajo la lluvia. Cuando estés despidiéndote
de este mundo, te aseguro que lamentarás no haber dedicado más tiempo a
realizarlas, especialmente en compañía de tus hijos.
Además, la mejor herencia que puedes dejar a tus hijos es la capacidad de
experimentar cada momento de la vida como si de un milagro se tratase, pues
efectivamente la vida es eso, un milagro.
4) Mirar las estrellas:
A mi hija, a mi esposa y a mí nos encanta esta actividad; verlas y contarlas. Contemplar el cielo es algo muy hermoso y relajante. Además te enseña a apreciar lo insignificantes que son los problemas humanos en comparación con la infinitud del universo.
Me gusta pensar que la misma fuerza que sostiene todo el universo
moviéndose en perfecta armonía, puede asistirme siempre que crea tener un
problema.
Las estrellas me enseñan a no angustiarme en las dificultades, a confiar en que no estoy solo, y me
recuerdan que mi presencia en la tierra tiene un porqué.
5) Inventar y contar historias:
Una oportunidad muy provechosa para el desarrollo de la imaginación, y para incentivar la comunicación y la confianza entre padres e hijos.
Inventar historias es una de las actividades que más disfruto, crear personajes,
situaciones, mundos.
La imaginación de los niños es
inagotable, su mundo se crea y recrea a cada instante. Algunas personas
censuran las historias que inventan sus hijos,
llamándoles mentirosos e invitándolos a la “cordura”. Me entristece mucho
presenciar esto, pues es así como se mata la inocencia y se invita a vivir
sumergido en el Ego desde muy temprano.
Que distinto sería nuestro mundo si el entorno no se empeñara tanto en
exigirnos ser “realistas” desde nuestra infancia.
6) Adoptar y cuidar un Animal de compañía:
Adoptar un animal de compañía exige nuestro compromiso a amarlo y cuidarlo de por vida. No se lanza a la calle a un miembro de la familia cuando ya no tiene gracia o cuando nos aburrimos de él. Si lo que queremos transmitir a nuestros hijos son principios y valores, pienso que el primero de la lista debe ser la responsabilidad y es respeto por la vida.
Los animales, como perros y gatos por ejemplo, se integran fácilmente a la
familia o a la manada, como prefiero llamarla. Los niños tienen una empatía
natural con ellos. Somos nosotros, los adultos quienes transmitimos nuestros
propios prejuicios de generación en generación.
Un niño nunca rechazará la idea de jugar con un gato o con un conejo,
nunca lo verán como un ser inferior sobre cuya vida tenemos o creemos tener
derecho. Están libres de prejuicios y
muy conscientes de que todos somos uno. Más de lo que la mayoría cree.
Por eso siempre insisto en que no hay mejores maestros. Nuestra
incapacidad de escuchar con seriedad lo que ellos nos enseñan con sus acciones
nos estanca y nos impide avanzar y superarnos como especie.
Amar y cuidar de los animales nos hace mejores personas, nos permite
practicar la compasión y el respeto a la madre naturaleza y a cada una de sus
creaciones. Transmitirlo a las próximas generaciones nos ayudará construir un
mañana mejor.
7) Dar caminatas al aire libre:
Caminar y respirar aire puro son una excelente oportunidad para despejarnos, renovarnos y reconectarnos con la naturaleza. Cuando vivimos en centros urbanos, cualquier espacio verde es una especie de oasis en el que podemos sentir de cerca un pedacito de naturaleza. Caminar, o aún mejor correr entre arboles es un excelente ejercicio y una oportunidad única para jugar y liberar tensiones. Los niños necesitan saltar, correr, gritar y jugar para drenar el enorme caudal de energía que circula a través de ellos ¿Y qué mejor que un espacio abierto para hacerlo? Pocas actividades serán tan favorables a nuestra salud física y mental como esta.
8) Dibujar y colorear:
Mi hija pasa todo el día dibujando y coloreando. Cuando podemos sentarnos con ella lo disfrutamos muchísimo, y ni hablar de cuando toma la tempera para pintarse pies y manos. Nuestro hogar se ha convertido en una especie de santuario artístico, puedes encontrar manchas de pintura donde menos esperes, al principio puede ser un poco incómodo, pero pienso que de eso se trata. La infancia de nuestros hijos es una sola, su felicidad y buen desarrollo vale más que una mancha en la pared o en el suelo… piensa en eso.
Dibujar y colorear con nuestros hijos es una de las mejores formas de
consentir a ese niño interno que vive en nosotros. Pocas actividades nos
permiten expresarnos mejor que el dibujo.
Y el gran beneficio que aportará a la creatividad e inteligencia de tus
niños no tiene precio.
9) Cantar y bailar:
La música es alimento para el alma. Como dijo una vez mi querido maestro Nietzsche “Sin música la vida sería un error”.
No existe mejor forma de dejar salir el espíritu, que a través del canto y
el baile, por eso los rituales mágicos de los chamanes siempre incluyen
canticos y danzas.
Siempre hay una canción que nos levanta el ánimo, que nos conecta con ese
lado profundo de nuestro ser, que nos eriza la piel.
Bailar es una excelente forma de relajar el cuerpo y desconectar nuestra
mente. Se dice que la danza es una de las mejores formas de meditación. A los
niños no se les hace nada difícil cantar y bailar, aman hacerlo. ¿Será porque
no han olvidado aún de dónde venimos todos?
Creo que realizar esta actividad con ellos nos aproxima muchísimo a su
mundo, ese que un día fue también nuestro mundo. ¡Bájate cada vez que puedas de
tu pedestal de “adulto serio”, quítate los zapatos y a danzar!
10) Reorganizar cosas:
Reacomoda u organiza tu escritorio, una gaveta o tu espacio de trabajo permitiéndoles que te ayuden. Permíteles tocar, desordenar, preguntar. Sentirán que confías en ellos y que les permites entrar a tu espacio.
Explícales de forma amena y sin amenazas, cuáles cosas deben tocar solo
con tu supervisión y cuáles no. Los niños respetan las explicaciones más que
las prohibiciones. Muchas veces con solo dejar que toquen algo una vez, puedes
tener garantía de que tendrán cuidado y lo cuidarán de otros cuando estés
ausente.
Constantemente escucho a padres quejándose de que sus hijos lo tocan todo,
lo rompen todo, no “respetan” nada, sin darse cuenta de que sus constantes
prohibiciones, restricciones y regaños son justamente lo que invita, por
decirlo de alguna manera, a tan insaciable exploración.
Recuerda también que los niños nos imitan, y está de más recordarte que si
quieres que respeten, debes respetarles primero. No conozco mejor forma de
ganárselo que esta.
11) Sentarse a simplemente no hacer nada:
Apaga tu celular, desconecta los teléfonos, apaga todo lo que te pueda interrumpir y acuéstate en el suelo a simplemente no hacer nada. Conversa de lo que sea, mira hacia el techo, tararea alguna canción o sencillamente mantente en silencio disfrutando mutuamente de la compañía de tu familia. Es una actividad deliciosa, los niños la disfrutan mucho, meditar para ellos es algo tan natural como respirar. Puede que al principio, no se queden en silencio, es cuestión de irse acostumbrando. Pero te garantizo que a medida que lo hagan los ratos en silencio serán cada vez más largos.
El silencio nos reconecta con nuestro yo interior, nos permite escucharnos
y reconocernos. Y experimentarlo en compañía de quien amas, aunque sea por
ratitos, es una experiencia de otro mundo. No me creas, compruébalo por ti
mismo.
Como ves hay muchísimas oportunidades para compartir momentos ricos y
enriquecedores con nuestros hijos, ninguna inversión es tan rentable como el
tiempo de calidad que dediquemos a nuestra familia. El Mundo del Ego en que
vivimos se empeña cada día en mantenernos separados, distraídos, controlados.
No permitas que el tiempo se lleve las oportunidades de amar sin límites, no
esperes a mañana para lamentarte por no haber hecho las cosas distintas hoy.
Cada día es una oportunidad para afianzar los lazos de amor, para
reaprender, para crecer, para vivir en la magia… y nada más enriquecedor que
poder hacerlo en familia.
Por Elvis Canino
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