A menudo tendemos a
confundir el Autoritarismo con la Autoridad. Escucho a muchos padres decir
cosas como: “Mi padre era toda una AUTORIDAD en casa, sabíamos que si nos
equivocábamos recibiríamos una tunda y por lo tanto nos andábamos con cuidado”;
o “Cuando los adultos hablan, los niños callan”… por solo citar algunas de las
más comunes.
Y a eso me refiero. ¿Es
eso Autoridad? ¿Es eso Respeto?
Pues no.
Eso es Miedo, temor…
TERROR.
Eso, justamente es
Autoritarismo puro: Imponerse porque sí, nunca escuchar, nunca negociar, nunca
tomar en serio al otro por considerarlo inferior o por creer que no tiene
derechos, por lo menos no los mismos que la figura que se impone.
Algunos Padres y
Educadores me han insistido en que respetar a sus hijos y/o alumnos implicaría
perder la “autoridad” y por supuesto el control. Y pienso que justamente de eso
se trata. La mayoría de los adultos lo que desea es tener el control sobre los
niños.
Mucha gente acude a
talleres, cursos y charlas sobre manejo de rabietas, por ejemplo, esperando a
recibir claves secretas para ejercer el control y para lograr que los niños se
comporten sólo como ellos (Los adultos) lo deseen.
A ver… Entonces ¿Cuál
sería la verdadera Autoridad?
Pues aquella que se
gana con Respeto.
¿Cómo?
¿Con Respeto?
Sí, pero con Respeto...
respetando.
Los niños solo
"respetan de verdad" a quien les respeta; a quien les escucha; a
quien siempre está allí, en las buenas y en las malas… Sin condiciones.
Otro punto importante
sobre la autoridad:
Para ser una verdadera
autoridad, debemos respetarnos y valorarnos a nosotros mismos.
¿Cómo?
Siendo capaces de fijar
los límites a quien quiera que trate de destruir nuestra auto-confianza y/o la
de nuestros niños.
Y eso implica el
defenderlos de cuanto adulto desee burlarse, humillarlos o reprenderlos sin
razón aparente, muchas veces desautorizándonos o pasando por encima de nuestras
decisiones.
Y cuando digo cualquier
adulto, incluyo a nuestros propios padres, suegros, hermanos, tíos, amigos,
vecinos y a quien sea que pretenda desahogar sus propias frustraciones a cuenta
de los más pequeños e indefensos: los niños... nuestros niños.
Si los defiendes de
quien sea y cuando sea; si eres respetuoso y amable incluso cuando en
apariencia no lo merezcan; si les escuchas con atención; si valoras y tomas en
serio sus opiniones; si eres su amigo: Serás alguien a quien tus pequeños
desearán imitar.
Un verdadero ejemplo a
seguir.
Alguien con quien se
sentirán seguros.
Alguien a quien
admirarán… siempre.
En fin, serás una
verdadera autoridad!
Por Elvis Canino
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