Escucho a muchas personas decir con cierta
nostalgia: “Bastaba que mi mamá me mirara para que yo me quedara quiet@ y me
portara bien.”
Y sé que suena muy lindo, poético y hasta
jocoso a veces, pero ¿Te has preguntado qué se esconde detrás de esa obediencia
estimulada por una mirada amenazante?
Pues miedo. Sí, mucho miedo… muchas veces hasta en el nivel de terror o pánico.
Pues miedo. Sí, mucho miedo… muchas veces hasta en el nivel de terror o pánico.
Solemos disfrazar con risas y una admiración
forzada las emociones reales que se esconden detrás de estos recuerdos. La
mayoría de nosotros está inconsciente de la ira y la rabia que lleva dentro, gracias
a la represión y al chantaje que hemos padecido en nuestra infancia y/o
adolescencia por parte de nuestros progenitores, y muchas veces de nuestros
educadores y demás adultos del entorno cercano.
Amenazar no es positivo. No genera
aprendizaje, no estimula, no fortalece la autoestima. Por el contrario nos
termina acostumbrando a la obediencia ciega, al no cuestionar, a reprimir nuestros
sentimientos, ideas y emociones. Nos enseña a funcionar desde el miedo y desde
la manipulación. ¿Ya ves por qué nuestra sociedad funciona como funciona? ¿Ya
ves por qué a muchísimas parejas se les hace tan difícil conciliar?
Como padres, para mejorar las cosas deberíamos comenzar por sanar toda la rabia y la frustración que nos ha
dejado la forma en que fuimos criados y educados. Ya que con tanto resentimiento
guardado (Del que generalmente no estamos conscientes), el camino se hará
siempre más tortuoso y difícil. Pues no puedes cambiar lo de afuera, si no
cambias primero lo de adentro.
Seguido, deberíamos execrar, de una vez por todas, la
cadena del chantaje, el miedo, los
premios y castigos de la educación y crianza de nuestros niños.
Se puede incentivar sin sonsacar, sin aterrorizar.
El chantaje y la manipulación son las herramientas del miedo. Sólo funcionan (Si
es que a eso se puede llamar funcionar) cuando la comunicación ha fracasado.
Ojalá tus hij@s puedan decir mañana:
"...Recuerdo la mirada amorosa de mis padres, incentivándome a ser yo mism@, a actuar según mi corazón y a discernir antes de obedecer. Mientras me decían, con sus ojos: Siempre, siempre estaré contigo!”
"...Recuerdo la mirada amorosa de mis padres, incentivándome a ser yo mism@, a actuar según mi corazón y a discernir antes de obedecer. Mientras me decían, con sus ojos: Siempre, siempre estaré contigo!”
He temblado al leer la entrada.
ResponderEliminarGrácias por compartirla
Cierto muy cierto la rabia que hay detrás de toda esta sombra que deja esa mirada autoritaria
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