
Hemos tomado prestado este título de un cuento de Mark
Twain no para hablar, como él, de dos niños concretos, sino
de todos y cada uno de los niños, del Niño en general. ¿Son
los niños buenos o malos? Pues de todo habrá, pensará el
lector. Cada niño es distinto, y probablemente la mayoría, lo
mismo que los adultos, serán normales tirando a buenos.
Sin embargo, y dejando aparte los méritos propios de cada
niño, mucha gente (padres, psicólogos, maestros, pediatras y
público en general) tiene una opinión predeterminada y general
sobre la bondad o maldad de los niños. Son «angelitos» o
pequeños tiranos»; lloran porque sufren o porque nos toman
el pelo; son criaturas inocentes o «saben latín»; nos necesitan
o nos manipulan.
De esta concepción previa depende que veamos a nuestros
propios hijos como amigos o enemigos. Para unos, el niño es
tierno, frágil, desvalido, cariñoso, inocente, y necesita nuestra
atención y nuestros cuidados para convertirse en un adulto
encantador. Para otros, el niño es egoísta, malvado, hostil,
cruel, calculador, manipulador, y sólo si doblegamos desde el
principio su voluntad y le imponemos una rígida disciplina
podremos apartarlo del vicio y convertirlo en un hombre de
provecho.
Estas dos visiones antagónicas de la infancia impregnan
nuestra cultura desde hace siglos. Aparecen en los consejos de
parientes y vecinos, y también en las obras de pediatras, educadores
y filósofos. Los padres jóvenes e inexpertos, público
habitual de los libros de puericultura (con el segundo hijo
sueles tener menos fe en los expertos y menos tiempo para
leer), pueden encontrar obras de las dos tendencias: libros sobre
cómo tratar a los niños con cariño o sobre cómo aplastarlos.
Los últimos, por desgracia, son mucho más abundantes………
……… La orientación de un libro, o de un profesional, raramente
es explícita. En la solapa del libro tendría que decir claramente:
«Este libro parte de la base de que los niños necesitan nuestra
atención», o bien: «En este libro asumimos que los niños
nos toman el pelo a la más mínima oportunidad. » Lo mismo
deberían explicar los pediatras y psicólogos en la primera visita.
Así, la gente sería consciente de las distintas orientaciones,
y podría comparar y elegir el libro o el profesional que mejor
se adapta a sus propias creencias. Consultar a un pediatra sin
saber si es partidario del cariño o de la disciplina es tan absurdo
como consultar a un sacerdote sin saber si es católico o
budista…..
…… hay que reconocer que, en último término, las ideas
sobre el cuidado de los hijos, como las ideas políticas o religiosas,
dependen de una convicción personal más que de un
argumento racional.
En la práctica, muchos expertos, profesionales y padres ni
siquiera son conscientes de que existen estas dos tendencias, y
no se han parado a pensar cuál es la suya. Los padres leen
libros con orientaciones totalmente diferentes, incluso incompatibles,
se los creen todos e intentan llevarlos a la práctica
simultáneamente. Muchos autores les ahorran el trabajo, pues
ya escriben directamente híbridos contra natura. Son los que
te dicen que tomar al niño en brazos es buenísimo, pero
que nunca lo cojas cuando llora porque se acostumbra; que
la leche materna es el más maravilloso alimento, pero que a
partir de los seis meses ya no alimenta; que los malos tratos
a los niños constituyen un gravísimo problema y un atentado a
los derechos humanos, pero que un cachete a tiempo hace
maravillas... Vamos, «libertad dentro de un orden»……..
(Dr. Carlos Gonzales)
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