domingo, 12 de octubre de 2014

…Esa mirada que me hacía obedecer!

Escucho a muchas personas decir con cierta nostalgia: “Bastaba que mi mamá me mirara para que yo me quedara quiet@ y me portara bien.”
Y sé que suena muy lindo, poético y hasta jocoso a veces, pero ¿Te has preguntado qué se esconde detrás de esa obediencia estimulada por una mirada amenazante? 

Pues miedo. Sí, mucho miedo… muchas veces hasta en el nivel de terror o pánico.
Solemos disfrazar con risas y una admiración forzada las emociones reales que se esconden detrás de estos recuerdos. La mayoría de nosotros está inconsciente de la ira y la rabia que lleva dentro, gracias a la represión y al chantaje que hemos padecido en nuestra infancia y/o adolescencia por parte de nuestros progenitores, y muchas veces de nuestros educadores y demás adultos del entorno cercano.
Amenazar no es positivo. No genera aprendizaje, no estimula, no fortalece la autoestima. Por el contrario nos termina acostumbrando a la obediencia ciega, al no cuestionar, a reprimir nuestros sentimientos, ideas y emociones. Nos enseña a funcionar desde el miedo y desde la manipulación. ¿Ya ves por qué nuestra sociedad funciona como funciona? ¿Ya ves por qué a muchísimas parejas se les hace tan difícil conciliar?
Como padres, para mejorar las cosas deberíamos comenzar por sanar toda la rabia y la frustración que nos ha dejado la forma en que fuimos criados y educados. Ya que con tanto resentimiento guardado (Del que generalmente no estamos conscientes), el camino se hará siempre más tortuoso y difícil. Pues no puedes cambiar lo de afuera, si no cambias primero lo de adentro.
Seguido,  deberíamos execrar, de una vez por todas, la cadena del chantaje, el miedo,  los premios y castigos de la educación y crianza de nuestros niños.
Se puede incentivar sin sonsacar, sin aterrorizar. El chantaje y la manipulación son las herramientas del miedo. Sólo funcionan (Si es que a eso se puede llamar funcionar) cuando la comunicación ha fracasado.
Ojalá tus hij@s puedan decir mañana: 

"...Recuerdo la mirada amorosa de mis padres, incentivándome a ser yo mism@, a actuar según mi corazón y a discernir antes de obedecer. Mientras me decían, con sus ojos: Siempre, siempre estaré contigo!”

Por Elvis Canino