lunes, 19 de octubre de 2009

SU HIJO SABE PERDONAR


Emilia y su hijo Óscar, de seis años, han tenido una fuerte diferencia de opiniones. Para no perdernos con los detalles, digamos tan sólo que Emilia era partidaria de que Óscar se duchase, mientras que este último se sentía muy limpio. Ha habido gritos, llantos, insultos y amenazas. Un testigo imparcial reconocería que la mayor parte de los llantos ha venido de una de las partes en conflicto, y la mayor parte de los insultos y de las amenazas de la otra.
De eso hace una hora. ¿Cuál de estas personas cree usted que está ahora contenta y feliz, y continúa con sus ocupaciones como si nada hubiera ocurrido, mostrándose incluso inusualmente alegre y zalamera; y cuál, por el contrario, es más probable que esté todavía enfadada, haciendo reproches, rezongando?
«Mira, mamá, mira qué hago. » «No, mamá no ríe. "
« ¿Iremos al zoo el domingo?» «A ver, ¿tú crees que te lo mereces? ¿Te parece que te has portado bien?»
Arturo, el padre, vuelve ahora del trabajo. ¿Cuál de las siguientes frases le parece que oirá:
a) «Mamá se ha puesto tremenda esta tarde, no sabes la escenita que me ha hecho. Tienes que decirle algo.»
b) «Este niño ha estado toda la tarde muy impertinente, no me hace ni caso. Tienes que decirle algo. »
Nuestros hijos nos perdonan, cada día, docenas de veces.
Perdonan sin doblez, sin reservas, sin reproches, hasta olvidar completamente el agravio. Se les pasa el enfado mucho antes que a nosotros.
(Dr. Carlos Gonzáles)

lunes, 12 de octubre de 2009

CUAL SENDA TOMAR?


Cuando un niño llora en un sitio público, es imposible que la mayoría de las personas deje de mirar con un gesto de desaprobación y a veces hasta con irritación. Si el niño además de llorar tiene pataletas, peor aún. Hace poco observé como una “jauría” de personas irritadas y apegadas a su manual de lo que es correcto y lo que no, bombardeaba con reproches y comentarios fuera de lugar a una madre que no podía calmar el llanto desesperado de una niña que se encontraba encerrada dentro de un vagón del metro repleto de gente y circulando a paso de tortuga a través de los ya largos y desesperantes túneles del sistema subterráneo de mi hermosa Ciudad. Los reproches iban y venían, y de pronto la mayoría de las personas que allí se encontraban se convirtieron en expertos en detectar la razón del llanto de un niño. El diagnóstico que dieron fue el siguiente: “Tiene hambre”. El que yo les di a ellos fue: “Tienen Stress”

Sumado a su inspirado y meditado diagnóstico vino una ola de reproches directos e indirectos contra la pobre y joven madre, quien ya de por sí se encontraba confundida y apenada. Se podía oír lo siguiente: “Que clase de madre, ¿Cómo no carga un tetero?”; “Esas madres de hoy día”; “Métele un chupón”; “¿Cuándo en mis tiempos?”; “Cuando yo criaba, siempre andaba preparada con mi tetero y todo lo que hiciera falta”; “A esa niña lo que le falta es una buena nalgada”; bla…….bla….bla……….

Mi “indignamómetro” rebasaba su máximo nivel, no podía creer lo que estaba viendo y oyendo. Para rematar la pobre madre estaba tan apenada e intimidada que no se atrevió a decir nada. Las preguntas que pasaban por mi cabeza antes de estallar fueron las siguientes:

1) ¿Por qué les molesta tanto en vez de preocuparles el llanto de una niña pequeña?

2) ¿Por qué cuando un adulto llora da lástima y cuando un niño llora molesta?

3) ¿Por qué la gente mayor se enorgullece tanto de sus métodos de crianza disciplinariamente perfectos? ¿Qué nos han dejado? ¿Un mundo de paz? ¿Un mundo de amor? ¿Un mundo de igualdad? ¿Dónde está?

4) ¿Por qué cuando una persona maltrata o humilla a un niño en nombre de la disciplina nadie se entromete así? Y mucho menos con esa pasión…

5) ¿Por qué no se van todos al carajo y se meten en sus asuntos? (Esta no pasó por mi mente, sino salió de mi boca)

El Dr. Carlos González explica en su libro “Bésame mucho” que el llanto de un niño está biológicamente diseñado para crear alarma en su tribu, y en honor al instinto de supervivencia todos los miembros adultos de dicha tribu se esmerarán en protegerlo de cualquier peligro externo. ¿Entonces qué está sucediendo con nuestra sociedad actual? ¿Dónde quedó el instinto? El ser humano siempre está buscando algo o alguien a quien culpar de sus problemas. Hoy día el mundo está muy loco, en vez de buscar soluciones buscamos culpables. ¿Por qué no poner toda esa energía en la búsqueda inteligente de soluciones? ¿Por qué no podemos aceptar que el mundo necesita un vuelco total hacia el amor? ¿Qué más debemos vivir para poder darnos cuenta de esto?

Nuestros niños son seres de Luz que necesariamente han venido a cambiar todo esto, créalo o no. Nuestra misión es comenzar el cambio, prepararles el terreno. No podemos aferrarnos a los métodos del pasado, menos aún viendo los resultados que han traído a la humanidad. Estas criaturas son seres de amor, necesitan amor. Dejemos de querer tener siempre la razón, comencemos a escuchar más nuestro corazón. Si eres un padre o Madre novato déjate llevar por lo que sientes más que por lo que te dicen. La gente es experta en buscar desanimarte y en querer llevarte por los caminos de siempre, y en caso de que quieras seguir tu alma serán expertos en etiquetarte como “diferente” o “rebelde” y a toda costa hacerte sentir culpable.

Cuando te encuentres en la situación de esta Madre, que no te importe……..mándalos al carajo. Si te encuentras en la posición de espectador, como era mi caso, mándalos al carajo en nombre de ella como me tocó hacerlo a mí. Tenían que ver la cara de gratitud de esta joven Madre al ver que por lo menos una persona no la juzgaba por no saber que hacer para calmar el llanto de su niña, y en vez de eso mandaba a el tribunal inquisidor a ocuparse de sus asuntos y dejar por lo menos por un momento de estar buscando victimas para su hoguera de ignorancia y conformismo.

No permitas que la manada trate de desviarte del camino, si crees que debes dar amor a tu hijo todo el tiempo, pues hazlo. Que nadie, ni siquiera tu familia, se entrometa en como crías a tus hijos. Que nadie te convenza que lo estás haciendo mal por no seguir las directrices que mandan la “Sociedad” y el “Que dirán”. La Felicidad y el sano desarrollo emocional de tu hijo son más importantes que la aprobación de un Tribunal inquisidor constituido en su totalidad por seres infelices y llenos de resentimiento y frustración. Préstale más atención a lo que dice tu corazón que a lo que dice la razón……..el camino del amor es el más difícil y el menos transitado………pero tarde o temprano es el que todos tendremos que recorrer………….

Les dejo con este poema de Robert Frost……….

La Senda no tomada

Dos sendas se separaban en un bosque dorado;
Apenado por no poder recorrer las dos
Al ser el único viajero, largo tiempo estuve
Mirando a una tan lejos como alcanzaba mi vista,
Hasta el recodo donde la maleza se adentraba.

Después tomé la otra, igualmente buena,
Por el atractivo que a mis ojos le daba
La abundante maleza y la falta de uso,
Aunque desde donde me encontraba era cierto
Que no era mucho lo que las diferenciaba,

Que en aquella mañana igualmente intactas se posaban
Las hojas que ambas sendas cubrían.
Así pues, ¡guardé la primera para otro día!
Y sin embargo, sabiendo que una senda a otra conduce,
Dudé si alguna vez debería volver.

Algún día, en algún lugar lejano,
Sin duda diré con un suspiro de alivio:
Dos sendas se separaban en un bosque, y yo
Tomé la menos usada.
En eso estará la diferencia.

(Por Elvis Canino)

miércoles, 7 de octubre de 2009

GRITO MI SILENCIO


Grito mi silencio, en la negrura de la noche
y en mi soledad, descansa mi sentir;
grito mi silencio, en este derroche
andar misterioso, de mi vivir.

La voz de mi alma, se halla atormentada
veo un mundo, envuelto en injusticias;
un árbol rojo se derrite en la nada,
muere de un niño, su bella sonrisa.

Al ser forzado y atrozmente abusado
en dolor, se torna su corta vida,
mas aun vive un tanto esperanzado
de su calvario, encontrar una salida.

Su coartada voz, descansa en el silencio
de aquellos cómplices que en ignorancia,
permiten estos abusos sigan ocurriendo
van con su egoísmo sin hacer nada.

Grito mi silencio, como un claro mensaje
los niños son esperanza del mundo.
Si piensas como yo, te pido te levantes
eleva tu voz, en un cantar seguro.

Lucha, paz, amor por nuestros niños
sinónimo de amor y gran alegría;
cuidarles, ofrecerles seguro destino
ayudarles, devolverles su sonrisa.

Grito mi silencio…
(Francisco J. Cartagena Mendez)

domingo, 4 de octubre de 2009

SU HIJO ES ECUÁNIME


Es decir, tiende a mantener un estado de ánimo estable. En palabras más sencillas, su hijo no es nada llorón.
¿Cómo que no, si se pasa el día llorando? Los niños pequeños, es cierto, lloran más a menudo que los adultos y por eso solemos decir que los niños son llorones.
¿Y si resulta que, simplemente, tienen más motivos para llorar?
«Es que lloran sin motivo», me dirá usted. «Lloran por cualquier tontería. » Lloran, según la edad, porque se les cae una torre de piezas de construcción, porque no les compramos un helado, porque les llevamos al médico, porque no vamos cinco minutos, porque no encuentran la teta a la primera, porque les cambiamos el pañal, porque les secamos el pelo... Ningún adulto lloraría por esas cosas, desde luego.
¿Y por qué lloraría usted? Haga un experimento: siente en su regazo a su hijo de uno o dos años y dígale las cosas más tristes que se le ocurran: «Te van a hacer una inspección de hacienda. » «Te han despedido del trabajo. » «Te están saliendo unas patas de gallo espantosas. » «Tu equipo de fútbol baja a segunda... » No llorará. Las cosas que nos hacen llorar a los niños y a los adultos son totalmente distintas.
Entre las cosas que con más frecuencia hacen llorar a un niño pequeño están:
— Separarse dos minutos de su madre.
— Intentar hacer algo que no le sale.
— Notar algo raro y no saber qué es.
— Necesitar algo y no saber cómo conseguirlo.
Todas ellas son cosas, para su desgracia, que pueden ocurrir (y ocurren) varias veces al día. En cambio, las cosas que nos hacen llorar a los mayores ocurren sólo de tarde en tarde. Por eso parece que somos menos llorones, pero no es cierto. Si nuestro equipo bajase a segunda varias veces al día, si nos despidiesen del trabajo cada mañana, si se muriesen cada día varios de nuestros mejores amigos, nos pasaríamos también el día llorando.
(Dr. Carlos Gonzáles)