martes, 28 de junio de 2011

LA ACELERACIÓN DE LA CRIANZA!!!!!!!!!!!


"Con la paciencia y la tranquilidad se logra todo…….y algo más". (Benjamin Franklin)


Abrumados por un sistema social cada vez más competitivo, y ante una condición económica no demasiado estable, se hace imprescindible que ambos miembros de la pareja tengamos que salir a trabajar y en algunos casos, en más de un empleo. Esto hace que los niños deban estar “ocupados” en diferentes actividades a lo largo de todo el día, cada una en un horario prefijado y estricto, las cuales, si bien no se realizan al mismo tiempo, exponen al niño a un bombardeo constante de tareas diferentes, sin posibilidad de detenerse a pensar en ninguna de ellas.

Todo esto conlleva a una falta de contacto entre padres e hijos, una perdida en la calidad de las relaciones parentales y humanas en general, ya que, si bien todos vivimos en una misma casa, cada uno lo hace “en su propio mundo”. Los niños y jóvenes en su habitación con todos sus “accesorios” electrónicos conectados, los padres ante el televisor “descansando” luego de la rutina diaria.

La situación anteriormente descrita justifica la frecuencia con que se detectan patologías relacionadas, por un lado, con la pseudomadurez poniéndose de manifiesto en estos casos, los esfuerzos de sobreadaptación que deben realizar muchos niños y adolescentes en la actualidad y, por otro lado, con depresiones que son transitadas con apatía, perdida de la espontaneidad, reemplazo de los contactos sociales por la televisión, la computadora o los videojuegos, trastornos del sueño (especialmente hipersomnia) y de la alimentación (bulimia y/o anorexia con edades de comienzo cada vez más tempranas) y problemas en el aprendizaje escolar.

En ocasiones, los esfuerzos para adaptarse a un medio que no satisface adecuadamente sus necesidades de dependencia afectiva, llegan todavía más lejos, y es el niño (o el adolescente) el que pasa a sostener emocionalmente al adulto por su misma necesidad de recibir afecto y asegurar su supervivencia emocional.

A pesar de que los tiempos cambian, las necesidades de los niños son las mismas. Pero ¿qué pasa con los adultos? ¿Tenemos espacio para reconocer nuestros verdaderos sentimientos? O ¿Estamos tan acelerados que no tenemos tiempo para conectarnos con lo que necesitamos y nos pasa en nuestro interior? Si es así, la llegada de un hijo nos dará la oportunidad de pisar el freno y empezar a mirarnos a través de ellos.


(Sandra Aisenberg y Eduardo Melamud – Tu Hijo como Espejo)

jueves, 16 de junio de 2011

RESPÉTAME PARA QUE TE RESPETE!!!!!!!!!!!


"Siempre es más valioso tener el respeto que la admiración de las personas." (Jean-Jacques Rousseau)


Todos hablan de inculcar respeto en los niños, sembrar valores en los niños, enseñarle a respetar al maestro, a respetar a tus padres, a respetar las reglas, a respetar a los mayores……y yo, como el niño que una vez fui me pregunto: Pero……. ¿Y ellos? ¿Me respetan? ¿Me tratan como merezco o como ellos creen que debo ser tratado? ¿Se respeta y/o se toma en cuenta lo que pienso respecto a algo? ¿Me toman en serio? O sencillamente se ríen (sin malas intenciones, eso espero) de mis fantasías. ¿Respetan mi forma de andar, o me halan por la manito para que vaya a su ritmo? Y eso cuando no me empujan. Viéndolo desde la perspectiva de adulto, esa sería su forma de enseñarme a llevar su ritmo, a adaptarme para competir y sobrevivir……

Pero volviendo a la perspectiva del niño que un día fui……me parece totalmente absurdo que se me quiera imponer algo que no se me da. No solamente es absurdo, sino injusto, egoísta y hasta sarcástico. Son ellos quienes deberían aprender (o mejor dicho, recordar) como llevar mi ritmo (que es su verdadero ritmo) al caminar, como detenerse más a observar, oler, mirar al suelo……y al cielo. Son ellos quienes deben ser aprender a respetar y a tratar como quieren ser tratados. Si me respetan…… ¿no tendrían mayor autoridad para exigirme reciprocidad?

El Mundo veloz y competitivo es de ellos, lo han creado ellos mismos……y aun así no lo soportan. Sufren estrés, se enferman, viven angustiados, viven evadiéndolo……y quieren que yo aprenda a hacerlo.

Una de las cosas que no comprendo es su insistencia en que aprenda a competir, a sentirme aprobado por mi éxito en vez de por lo que soy. Ellos no se aprueban a sí mismos, nunca están contentos con quienes son o con lo que tienen, siempre quieren más……y eso pretenden que yo haga.

No se dan cuenta de que su mensaje es contradictorio, porque mientras me piden ser respetuoso, ellos se irrespetan a sí mismos y ni hablar de al prójimo. Cuando fuman o beben delante de mí, cuando hablan mal del vecino, cuando odian, cuando mienten, cuando irrespetan las reglas de su propio mundo por su propia conveniencia, lo que me enseñan es el poco valor que tienen sus palabras, la poca importancia que tiene su autoridad.

Cuando se burlan de mis fantasías y me piden ser “realista”, no se dan cuenta de que están desconectándome poco a poco de mi verdadera esencia, de mi naturaleza……me están enseñando a ser falso, a ser otro.... a ser Ellos.

Por supuesto que existen normas, reglas y parámetros para convivir con el resto de las personas. En ningún momento he dicho que debo obviarlos, aunque creo que algunos son tontamente rigurosos e innecesarios, por lo que cuando sea mi turno los he de cambiar o reemplazar por otros más acordes con la sensatez. Pero, lo que sí les pido de corazón es que antes de exigirme, me den. Que actúen más, en vez de hablar tanto……me importa más lo que hacen que lo que dicen, por eso los admiro, por eso los imito. Y que por favor……por lo que más quieran……..me respeten, para que yo los respete!!!!!!!!!!

Por Elvis Canino

miércoles, 8 de junio de 2011

EL NUEVO MAESTRO!!!!!!!!!!


“El Desafío de esta nueva realidad es para aquellos educadores capaces de reencontrarse permanentemente con la felicidad de su tarea, buceando profundamente en su interior para descubrir a su propio niño interno, y desde allí, con la luz del amor, brindarse con seria alegría juguetona para avanzar juntos desde el conocimiento a la sabiduría.”

(Chamalú)

“No hay uno solo. Hay características que pueden ayudar. Depende de la personalidad. No tiene por qué ser perfecto. Tiene que tener buen carisma con los chicos, tener buen humor, prestar atención a las necesidades y ayudar a los que no entienden. Ser buena persona. Tiene que estar purificado, sacarse todos los problemas de encima…entrar purificado. Quizás tenga preocupaciones, pero no las tiene que transmitir a sus alumnos. Si tiene un mal día, tampoco transmitirlo. Entender lo que es ser un niño, ponerse en el lugar de él y ver qué haría si tuviera la edad del niño.”

(Sol de 11 años, ante la pregunta de cómo definirían a un buen maestro)

El maestro deberá formarse en el nuevo pensamiento, despertarse a una nueva mirada abarcadora de la realidad del niño para comprender cada caso particular, orientar y guiar a él y a su familia adecuadamente para que el niño no sólo “aprenda y se comporte mejor” sino –y lo que es más importante aún- que crezca contenido, en paz y feliz.

El nuevo maestro deberá profundizar en el conocimiento de sí mismo, de sus límites y proyecciones. La proyección es ese mecanismo de la mente humana que tiende a adjudicar al afuera, a los otros, aquellos aspectos de su personalidad que desconoce, que no puede ver ni aceptar de sí mismo. Se trata de una cuestión naturalmente humana de la cual debemos darnos cuenta para ofrecer respuestas objetivas.

El nuevo educador habrá de desarrollar una mayor intuición e integrar recursos que lo ayuden a comprender y a actuar con prudencia y sabiduría.

Sin duda su tarea juega un papel fundamental en el cuidado de las emociones de los niños, para lo cual habrá de ser más que necesario observar la situación de los propios estados emocionales a la hora de dar clases y entrar en contacto con los alumnos.

Grande es el compromiso como noble y valiosa la tarea del educador. Tarea que debe, necesariamente, estar acompañada de una autentica autoconciencia y trabajo personal.

Deberá observarse todo el tiempo, no podrá evitarlo. Los niños mismos lo llevarán a esa búsqueda. Podría caer en graves errores de no hacerlo o simplemente en poco tiempo se vería fuera de sus funciones. La nueva energía es muy fuerte y probablemente la vieja no alcance a sostenerse.

La verdadera vocación del maestro de hoy incluye un compromiso personal aun mayor que el de otros momentos de la historia.

No puede estar al frente de un grupo de niños –de estos niños sabios- alguien que no reúna altas condiciones morales, emocionales y espirituales junto a un disciplinado trabajo interior.

(Gabriela Béduchaud)

jueves, 2 de junio de 2011

LOS NIÑOS NOS IMITAN!!!!!!!!!!


“……Mirate a ti misma. Busca a la niña que hay en tu interior, sácala y déjala en libertad. Mientras la niña dentro de ti siga llorando y sufriendo, tu poder como madre será confuso.…..” (Vimala Mc Clure – El Tao de la Maternidad)


En sus primeros siete años de vida el niño está totalmente entregado a su medio ambiente. Siente plena confianza, pues él está fusionado con su entorno y no puede sustraerse de esa entrega. Por lo tanto no será lo mismo si el ambiente es armónico o caótico. En esta edad el niño es totalmente maleable, “blando” comparable con la cera. Todo lo incorpora sin barrera protectora, sin filtro alguno y se graba en él.

Él no solo capta percibe e internaliza lo que observa sino más bien lo que anima a las cosas, las personas, etcétera.

No solo ven a su mamá sino que sienten, vivencian sus pensamientos, sus intenciones, su disposición de ánimo, su estado de salud, etc. Y todo lo que observa y vivencia del medio ambiente, lo imita.

Pero no sólo imita lo que ve y escucha sino que al imitar lo vuelve a vivenciar con el modo, las intenciones, afectos, agresiones, etc., es decir con las fuerzas que acompañaron ese hecho, ese episodio, ese instante del cual nosotros como adultos ni nos hemos percatado. Y todo eso se impregna en él.

En la primera infancia el adulto no puede evitar afectar al niño, él actúa sobre el mismo por su sola presencia.

Todos los sentimientos, pensamientos y preocupaciones que ocurren en el mundo interior de los adultos no están ocultos para el niño. Éstas son realidades que el niño hace propias y nos la refleja constantemente.

Los niños observan instintivamente las decisiones que toman sus padres, las libertades y los placeres que se permiten, las capacidades que desarrollan, las aptitudes que ignoran y las reglas que siguen. Todo eso tiene un efecto muy profundo en ellos. Ellos ven en nuestras actitudes un modelo de cómo se debe vivir.

Cuando vemos nuestras propias actitudes indeseables reflejadas en nuestros hijos, los retamos.

El niño no comprende por qué, si sólo está imitando lo que le enseñamos sistemáticamente a diario. No puede discriminar, está entregado y sólo puede absorber y espejarse en aquello que ve reflejado en nosotros y en su entorno.

A partir de los siete años empieza a tener un poco más de autonomía con respecto al ambiente que lo rodea. Ya no imitan tanto nuestras acciones y buscan en otros, nuevas modalidades para manejarse en el mundo.

Pero la vida afectiva de quienes lo rodean y lo que no alcanza a aflorar a la conciencia sigue penetrando inmediatamente en él.

Ya se trate de felicidad o tristeza, tensión nerviosa o serenidad, alegría de vivir o angustia, el niño no solo es fiel testigo de ello, sino que experimenta toda la emoción como si la recibiera a través de un cable subterráneo. Se alimenta de lo que le sucede al adulto y con ese material, por así decirlo, integra los elementos de su vida interna.

Lo que el niño necesita en esta época es que el adulto provea imágenes que lo ayuden y lo orienten a resolver sus problemas y perturbaciones.

En este septenio, su vida psíquica se halla íntimamente vinculada al adulto y de él depende sobremanera. Le parece bueno, justo y hermoso todo lo que a los mayores conmueve y es a través de los ojos de los adultos que poco a poco aprende a ver y conocer el mundo ya se trate de realidad moral o del universo físico.

La fervorosa admiración del adulto hacia ciertos personajes representados, así como su desprecio y aversión por los viles, se transmitirá a los niños inevitable y directamente. Es ésta participación interna la que engendrará su sentido moral y sensibilidad.

(Sandra Aisenberg y Eduardo Melamud – “Tu Hijo como espejo”)