miércoles, 15 de enero de 2014

Unas palabras...



Es increíble la cantidad de ofensas y amenazas que se puede recibir cuando se opta por defender causas como el Maltrato infantil.

Se remueven muchas heridas y viejas llagas, al parecer.

Igualmente el activismo por causas como el respeto a la vida, la lactancia materna y la crianza amorosa de los niños parece abrir compuertas infernales de odio dentro de muchas personas, y no los culpo pues comprendo que no son sino víctimas de sí mismos y del estilo de crianza y valores que recibieron en sus primeros años de vida (Justo por eso defiendo tanto a quienes aún transitan por esos primeros días de existencia).

Escribo esto porque quizás muchos dirán que me encanta hablar y defender el amor solo porque soy una especie de Hippie come flor (Que sí lo soy, por cierto...jajaja) y porque llevo mucha "cursilería" dentro (De lo que también me declaro culpable), pero la verdadera razón por la que toco tanto el tema es que mi único escudo, refugio, fuente de vida e inspiración es justamente esa... el Amor.

Creo que sin esa dosis diaria de Amor, hace mucho tiempo habría tirado la toalla o me habría resignado a pensar solo en mí y en mis propios intereses en vez de gastar mi tiempo en la defensa y promoción de aquello en lo que creo.
También escribo esto porque sé que hay muchos activistas defendiendo causas, que también reciben constantes ataques, denuncias, bloqueos, amenazas, ingratitud, burlas y hasta la exclusión por parte de quienes ya no consideran divertida su compañía.

Cuando la Tormenta arrecie, recuerden que no están solos.

Cuando se sientan amenazados, agredidos, humillados y poco apreciados, recuerden a aquellos por quienes justamente han decidido luchar, las causas por las que han decidido tomar este difícil y nada cómodo camino del activismo y las razones que los han llevado a ello.

Recuerden que antes de ustedes otros han soñado lo insoñable y han creído lo increíble. Y en muchísimas ocasiones se sintieron igual o hasta peor… pero el tiempo les demostró que valió la pena.

También recuerden a aquellos que no vieron materializados sus sueños, pero dejaron las semillas e ideas para que otros lo lograran más tarde.

Así que a insistir, a seguir poniendo granitos de arena, a levantarse de las caídas, a aprender de los propios errores, a no juzgar, a evaluarse constantemente, a ser humildes… y lo más importante: A darse diariamente dosis de Amor.

Aprendamos de los Maestros que nos precedieron… siempre encontraron una razón para seguir creyendo y para amar lo que hacían y en lo que creían.

¿Han experimentado la sensación de despertar en la mañana diciéndose a sí mismos: “Sí… el Mundo puede ser mejor”?

Pues si no lo han hecho, aún están a tiempo!




Por Elvis Canino

miércoles, 8 de enero de 2014

¿Amar u obedecer?


¿Amar u obedecer? Me he hecho esa pregunta muchas veces y aunque sé que es algo relativo, no puedo dejar de contemplar el cómo, en la mayoría de los casos, se inclina la balanza hacia la segunda opción: la obediencia.
Siempre escucho comentarios como: “¿Y cómo hago para que me obedezcan?” “¿Cómo los controlo?” “¡Son terribles, no me hacen caso!” “¡Hay que enseñarles quién manda!”.
Y no estoy juzgando a nadie. ¿Como culpar a quien no es más que una victima de la forma en que fue criado y/o educado?
¿Acaso no nos han enseñado y re-transmitido generación tras generación que un niño desobediente es un “niño malo”?
¿Que cuando los adultos hablan, los niños hacen caso... y punto?
¿O que Santa Claus, los Reyes Magos y el Niño Jesús solo dan regalos a aquellos niños que han obedecido?
¿No nos premia la escuela por ser obedientes mientras nos castiga o sub-valora por desobedecer?
¿No nos han repetido una y otra vez que solo el castigo enseña?.
Pienso que es un poco difícil obviar y "reprogramar" tanta mala información retransmitida y heredada desde el Adultismo; especialmente cuando la Sociedad en que hemos crecido, y donde vivimos, parece depender de cierta desinformación para su subsistencia…
¡Pero he dicho que es difícil, no que es imposible!
Creo que una de las primeras tareas que hemos de ponernos si decidimos criar y/o educar niños con amor, comprensión y respeto es desaprender lo que se nos ha inculcado en el pasado. Sin dar este paso será muy, pero muy difícil llevar las cosas... especialmente en los momentos de crisis.
Desaprender y re-conectarnos con nuestros instintos y lo que nos dicta el corazón es la clave, no solo para poder criar con amor y respeto a nuestros hijos y/o alumnos, sino también para re-aprender (valga la redundancia) a querernos y a respetarnos a nosotros mismos.
Sin esto último, lo otro será mucho más complicado.
Solo si dejamos de hacer caso a las voces del Ego que se instalaron en nuestra psique en la primera infancia y que nos repetían frases que nos limitaban, reprimían y programaban negativamente para que fuésemos “niños buenos” (o lo que es lo mismo: obedientes sumisos), seremos verdaderos adultos libres, seguros de sí mismos y absolutamente independientes de la opinión de los demás.
Únicamente así seremos vistos por nuestros hijos como una verdadera AUTORIDAD y un ejemplo a seguir.
Ellos sabrán que son guiados por alguien que no teme, y que de verdad representa la madurez (y la seguridad) que solo la verdadera libertad concede.
Así sabrán que hay normas de convivencia y parámetros de respeto... Pero lo sabrán desde el ejemplo.
Y créanme, el ejemplo es muchísimo más convincente y permanente que la imposición o el autoritarismo.
Por eso, antes de inclinarnos hacia la obediencia ciega, como meta de la "educación" para con nuestros niños, vale preguntarnos qué es lo que realmente deseamos dejarles como herencia.
Si la vieja costumbre de obedecer porque así se hacen las cosas, existen reglas y punto.
O, mejor aún, la capacidad de discernir, razonar (con el corazón) y empatizar (ponerse en los zapatos del otro) con su entorno… siempre.
Creo que sólo la segunda opción es compatible con ese mundo de paz, cooperación y verdadera libertad para amarse y amar al prójimo que tanto anhelamos... y que tan urgentemente necesitamos.

Por Elvis Canino