domingo, 15 de febrero de 2015

Aclarando unos puntitos… (2da Parte)

Hola, queridos adultos. Acá estoy yo otra vez, escribiéndoles una carta...
Creo que esta vez utilizaré menos creyones, pues a veces olvido que muchos ya no recuerdan su niñez, y prefieren leer letras negras sin dibujos. A nosotros nos parece taaaaan aburrido, pero ni modo, lo que deseo es que entiendan y puedan captar mi idea.
Sé que sueno como otro adulto, pero es la única forma de poder ser comprendido. De escribir como niño, lo más seguro es que mi mensaje sería pasado por alto, por carecer de argumentos científicos, pruebas tangibles y todo eso que para ustedes es aval de seriedad y confianza.
En la primera carta les planteé nuestra posición acerca del mito de la manipulación por parte de los niños, pero creo que el tema amerita unas cuantas cartas más. Y créanme que las recibirán.
Eso sí, no escribiré una sola carta más, sin antes haber defendido nuestra postura con respecto a un mito que, por lo que veo, tiene demasiados defensores, que aparte, dicen tener las pruebas a mano. Y el mito es el siguiente: “Algunos niños son tiranos” (Aunque sinceramente creo que muchos nos achacan esta terrible etiqueta a todos los niños).
¿Lo han escuchado? ¿Lo han repetido? A la segunda pregunta espero la respuesta sea no. De igual manera, voy a plantear mis argumentos al respecto, por si acaso esta condena es aprobada por algunos de los adultos que leen estas letras.
Lo primero que quisiera aclarar al respecto, y que afortunadamente cuenta con argumentos, pruebas, adultos profesionales que lo defienden y sostienen, y toda esa cantidad de requisitos que exigen muchos de ustedes, a la hora de decidir si creen o no en algo, es que “los niños son el reflejo exacto de su entorno”. Somos como un espejo (literalmente hablando) en el que se ven reflejados nuestros padres y familiares, nuestros maestros, y demás adultos que nos rodean.
Tenemos la particularidad de aprender, repetir y moldearnos según lo que vemos alrededor. Si quieres saber cómo es nuestro entorno familiar, sólo debes tener la paciencia y dedicación para observarnos con atención. Nuestras palabras, nuestros gestos, nuestras reacciones te darán una proyección exacta de cómo nos tratan, de cómo nos hablan, de cómo se resuelven los conflictos y diferencias en nuestra familia… y en nuestra escuela (en el caso de que vayamos a una).
Lo segundo es que necesitamos atención. 
No es que la pedimos porque somos caprichosos, mezquinos o, como nos dicen algunos de ustedes: tiranos. 
No, nada de eso. La necesitamos porque somos vulnerables, sensibles (altamente sensibles). La necesitamos porque nos estamos moldeando, porque nuestras bases emocionales, que nos acompañarán toda la vida, aún se encuentran en construcción. Por eso la necesitamos. Por eso a veces tenemos que comportarnos “de manera extraña” para recibirla. A esto último agrego que ustedes también lo hacen… sólo que entre ustedes mismos sí lo toleran (qué injusto, ¿no?). Como suele decir mi Abuela: "Entre bomberos no se pisan la manguera".
La tercera acotación que deseo hacer es que para nosotros (Y creo que para ustedes también) Amor se deletrea T-I-E-M-P-O. Si no nos dedican tiempo y atención (atención verdadera, no sólo material), si no nos escuchan, si no nos respetan, si no nos tienen paciencia… ¿Por qué creen que deben recibir todo esto de nuestra parte?
Recuerden que somos su espejo, por favor… que no se les olvide eso.
La cuarta aclaratoria es que somos niños, no proyectos. No trofeos. No conejillos de india. Si nos exigen demasiado, si lo que desean es que seamos perfectos, que tengamos las mejores calificaciones, que siempre el entorno nos aplauda (y los aplauda a ustedes, cosa que creo les importa más) nos sentiremos estresados, cansados, aburridos, irritables, menospreciados, chantajeados, utilizados, y mejor no sigo porque siento que me estoy enojando y temo que me lleven a un especialista para que me etiquete, me haga ver como un ser malévolo y (Oh, no… eso es lo que más temo) me medique para que me “porte bien”.
Por ahora lo dejaré hasta acá (pero esto no acaba aquí), pues las cartas largas son aburridas para mí. 
Los adultos aman los textos largos, especialmente cuando dicen mentiras o alabanzas que no incomodan, pero sí que inflan el Ego. Pero no creo que este sea el caso, pues estoy siendo sincero y la verdad asusta, especialmente cuando se ha perdido la inocencia y la pureza del alma.
No he escrito esto con rabia, no es mi intención sacarles nada en cara, no pretendo hacer sentir mal a nadie. Recuerden que los niños siempre perdonamos.
Lo único que trato de hacer acá es defenderme y defender a mis iguales. Pues pocas veces nos dejan decir la verdad, pocas veces nos salvamos de un castigo por expresar aquello que sentimos, pocas veces se nos permite ser lo que verdaderamente somos... niños, y nada más!


Por Elvis Canino