Ayer domingo tuvimos una jornada muy especial
en la lomita. Vimos muchas caras nuevas, también otras muchas que ya conocemos.
Recibimos también la visita de algunas de las mamás que hemos doulado
(Acompañado en sus embarazos y partos), otras a las que les hemos dictado curso
prenatal y algunas a quienes hemos acompañado en sus puerperios y lactancias.
Ver a estas mujeres (y a algunos de sus compañeros) tan comprometidas y
comprometidos con la crianza amorosa de sus pequeños, escucharlas y escucharlos
participar, saborear las dulces y mágicas sonrisas de sus bebés, nos transmite
un poderoso mensaje: que vale la pena seguir trabajando… y creyendo.
El grupo no solo estuvo bien nutrido, además
se sentía el compromiso de cada una de las familias que allí se encontraba. Los
niños saltaban, reían y jugaban. El sol, un poco inclemente, sin embargo nos
transmitía un agradable calor, un a agradable sensación de estar vivos, de
estar acompañados por una fuerza, que es quien nos guía, habla a través de
nosotros y nos sigue inyectando fuerzas para que soportemos y nos levantemos en
cada contratiempo que la vida y las circunstancias ponen de vez en cuando en
nuestro camino.
Algunos viejos amigos, a quienes no veíamos
desde hace tiempo, también se hicieron presentes, y ese también fue un poderoso
mensaje. Ver sus caras, escucharlos, sentirnos en familia terminó siendo como
un bálsamo para nuestros corazones, los cuales de vez en cuando requieren de esos mimos… Pues también somos humanos, ¡que
no se nos olvide!
Presenciamos cosas maravillosas, escuchamos
testimonios poderosos. Una Abuela, a quien apreciamos mucho y que nos consta
que como educadora está haciendo un poderosísimo esfuerzo por mejorar las cosas
en su hogar, en su trabajo y en su entorno, pidió perdón a su hijo frente a
todos, por el maltrato que, en una época en que estaba desinformada, le
infligió. Debo confesar que para mí fue algo muy significativo y que me movió
muchísimas fibras internas, pues recientemente viví la misma experiencia con mi
progenitora, y vaya que fue sanador. Cada vez me convenzo más del maravilloso
poder que tienen estos círculos de familias, en los que no solo aprendemos todos
y cada uno de los presentes, sino que terminamos sanando y reconciliándonos con
lo más profundo de nuestro ser.
Escuchamos a otra mamá contarnos el dolor que
le provocó presenciar recientemente una escena de maltrato infantil, que la
conectó automáticamente con su propio dolor vivido en la infancia.
Una hermosa pareja nos dio testimonio de cómo
el colecho les permitió recuperar la paz de su familia, de sus noches y de su
bebé. Nos contaron cómo, siguiendo sus instintos y escuchando su corazón, se
permitieron re-incluir a su pequeño en la cama junto con ellos y ahora, no solo
ya no hay llanto, sino que todos duermen felices y, por supuesto… descansan.
Otra pareja (ambos médicos) nos contaron cómo
no solo han incluido la crianza amorosa en su agenda de prioridades, sino que
además cada vez que tienen la oportunidad lo recomiendan a cuanta familia se
encuentran. Además nos dieron fe de cómo presenciaron y vivieron en carne
propia una conexión telepática y musical con su bebé, a quienes solo basta ver
una vez para notar lo feliz que es.
Otra mamá nos contó su proceso de
empoderamiento, y nos habló con mucha serenidad sobre cómo el poner límites a
los adultos (en este caso a su propia madre) la ha ayudado a mantener su
postura y su firmeza en su resolución de criar con amor, con respeto y con una
comunicación verdaderamente efectiva a su pequeña y hermosa beba.
Un profesor, a quien apreciamos y admiramos
mucho, no paraba de tomar nota de todo lo que escuchaba y presenciaba en la
jornada. Esto, mientras reposaba apaciblemente con la espalda apoyada al
maravilloso y mágico árbol de Yopo que nos protege, que refresca y bendice la
lomita en cada una de nuestras reuniones y el resto de los 365 días del año.
Hubo también quienes aprovecharon para ser
escuchados, para consultar y aclarar dudas, para tomar fotos, para tomar
apuntes mentales y sobre papel. La magia que transmitió cada uno de los
presentes se sintió en cada una de nuestras células. Creo que todos,
incluyéndonos, nos llevamos algo muy poderoso de esta mañana hermosa y
refrescante… con todo y lo intenso del sol.
Nuestro compromiso cada día crece, cada día
agradecemos a las familias que CREEN en un mundo mejor, cada día agradecemos a
esos pequeños GRANDES MAESTROS: nuestros niños, por enseñarnos con amor, y muy
a pesar de nuestra impaciencia, el camino. Cada día nos convencemos más y más
de que el amor es la única salida, y por eso pedimos al Universo infinito que
nos siga dando fuerzas, para que los círculos familiares en la lomita del
parque no dejen de llenar algunos de nuestros domingos de esa paz que tanto
necesitan nuestras vidas, nuestras almas, nuestros corazones, nuestro país… y
el Mundo entero!
Por Elvis Canino y Janeth Ivimas
Taller: Niños y Niñas de Hoy: Crianza y Educación
desde el Amor
Domingo 12 de Abril de 2015, 9:30 am
Parque Generalísimo Francisco de miranda (Parque
del Este), Caracas
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