sábado, 21 de mayo de 2011

UN CUENTO??????????


"El condicionamiento paterno es la mayor esclavitud del mundo.."(Osho)


Había una vez un lugar llamado Adultópolis, donde todos trabajaban con mucha prisa, nadie se detenía a oler una flor, mirar el cielo, o preocuparse por otros, pues estaba considerado un crimen “perder el tiempo”. En Adultópolis solo estaba permitido divertirse a costa de otros, especialmente si ese otro era más débil o estaba en un “nivel más bajo”. El lema de Adultópolis era “Trabajo, trabajo y más trabajo....Gasto y evasión, tu mejor elección”. Por lo que quien decidía detenerse a pensar, discernir o simplemente SER, era señalado como raro, por lo menos hasta que recuperara la razón y se reincorporara a la marcha ininterrumpida del trabajo sin fin y la complacencia del YO, síntomas inefables de cordura y buen juicio.

Para relajarse al final de la faena solo estaba permitido hacer cosas preestablecidas como mirar la TV, con programación delicadamente seleccionada por los reyes para mantener a todos asustados, distraídos o increíblemente embobados; emborracharse; fumar o tener sexo para saborear por un rato la libertad de la evasión; y la favorita de la mayoría: COMPRAR, COMPRAR, COMPRAR………….

Existían reglas en Adultópolis para quien elegía mantenerse felizmente aceptado. Pensar por sí mismo estaba totalmente prohibido, con riesgo a ser llamado REBELDE, por lo que antes de que alguien se atreviera a semejante osadía, los encargados del orden: padres, maestros, sacerdotes, doctores, políticos, militares y demás entes autorizados se encargaban de calmarlo con un medicamento, droga, show, amonestación, un susto y hasta con una condena al infierno (Lugar que irónica y teóricamente resultaba más prometedor y atractivo que aquel paraíso llamado Adultópolis).

En Adultópolis se premiaba a quien hacía cosas como: trabajar sin cesar, obtener títulos para adornar la pared y ser "alguien", comprar cosas para ser aceptado y hasta admirado, envidiar el éxito de la gente “hermosa” y “talentosa” según los parámetros establecidos por las revistas, la TV y demás medios del reino, odiar al enemigo impuesto de turno, complacer a la familia y a los demás, mantener los pies en "tierra firme" y creer solo en lo que se veía, o podía ser demostrado por la todopoderosa Diosa razón.

Pero existían cosas que no tenían perdón, a menos que el sospechoso dejara de realizarlas y se reintegrara a la fila; cosas como: soñar despierto, creer en hadas, jugar libre (solo estaba permitido jugar en sitios aceptados, con juegos previamente aceptados y certificados por quienes manejan las cuerdas de este gran teatro de marionetas llamado Adultópolis), ser un niño (simplemente un niño, no un pequeño obligado a portarse como “grande”), reír sin burla, amar a todos, ignorar banderas y fronteras, no estar dispuesto a morir por la patria (o lo que "ellos" llamaban patria)……en fin, Adultópolis condenaba todo lo que pareciera alejar a sus súbditos de la realidad perfecta, y estúpidamente aceptada por todos, llamada Sociedad.

Sus reyes se sentaban complacidos de ver como sus parámetros separaban el bien del mal, la razón de la locura. Viendo como generación tras generación seguía creyendo en lo mismo, haciendo lo mismo, aceptando lo mismo, y por supuesto condenando lo mismo. Usando sus armas secretas: Las escuelas, las familias, los medios de comunicación, las guerras, las adicciones impuestas, el consumismo, la ciencia, las religiones, la política y la más poderosa y efectiva……….EL TEMOR.

Para garantizar su permanencia y su poderío mantenían a raya a su principal enemigo y punto débil: Los niños (únicos seres puros, y con aceptación de sí mismos). Estos, después de ser adoctrinados, alienados e insertados a las filas, eran reutilizados como adultos cuerdos, para encauzar a los que venían detrás, sin parar, en una cadena interminable de sumisión, aceptación y conformismo.

Quienes se atrevían a salirse de la fila eran etiquetados. Los reyes de Adultópolis tenían mucha creatividad para imponer etiquetas, la lista era muy pero muy larga. Utilizaban términos como hippie, paranoico, punk, anarquista, desadaptado, antisocial, hiperactivo, loco, descarriado, paranoico, comunista, rebelde, niño problema, delincuente juvenil, hacker, malcriado, fanático, pecador, terrorista, alborotador. Con estas etiquetas, marcaban a la oveja que salía del rebaño y alertaban a los demás a no hacer lo mismo, so pena de exclusión perpetua de la progresista, rápida, exitosa, segura y cómoda "Sociedad".

Un día como cualquier otro, Adultópolis llegó a su fin. Trabajaron tanto, corrieron tanto, compraron tanto que no se dieron cuenta de que su interminable carrera era una ruleta, que más temprano que tarde, aceleró su autodestrucción. Al principio se mataron unos a otros, luchando por controlar el reino y tener la razón. Luego su planeta cansado de tanto daño, odio y abuso decidió purificarse y barrer todo lo que con la excusa del desarrollo se había convertido en una infección muy dolorosa, por lo que simplemente usó su legítimo derecho a la defensa.

Los pocos que habían sobrevivido a la aniquilación impuesta por la guerra y a la posterior devastación enfermiza generada por el consumismo fueron desapareciendo hasta no quedar ninguno.

Y solo aquellos, los señalados, los que no encajaron nunca, pudieron decir que alguna vez VIVIERON.

Por Elvis Canino

jueves, 5 de mayo de 2011

CAMBIAR DE ABONO!!!!!!!!!!!


"No son las malas hierbas las que ahogan la buena semilla, sino la negligencia del campesino."
(Confucio)


Vivimos en una sociedad muy extraña, según mi criterio, que premia y castiga en vez de simplemente aceptar, que nos inculca la adoración al dinero, y el culto al plasticismo mientras los verdaderos valores y las cualidades más humanistas quedan relegadas al rincón de las peroles viejos sin importancia. Un mundo donde se admira al ejecutivo que ha vendido su alma, y se trata con desprecio al maestro que entrega la suya a la formación de nuestro recurso más preciado, nuestros hijos. Donde se le pone alfombra roja a la actriz que nos deslumbra con su anormal delgadez y se mal paga a la enfermera que día y noche entrega sus dones a quienes carecen de salud. Donde se premia al que miente para conseguir votos, pero se ignora al que dice la verdad sobre la urgencia que tiene la raza humana de despertar y salvarse de su auto condena a muerte. Donde se etiqueta a un niño y se le enseña a depender de la aprobación de padres, maestros y mundo adulto respectivamente, quedando así condenado a ser un ser moldeable de por vida a lo que piense y acepte el resto. Donde se juzga el pensamiento libre, y se cataloga de rebelde o hiperactivo a quien simplemente no puede seguir reglas mal impuestas porque sencillamente tiene personalidad propia.

Si, vivimos en un mundo así, pero es hora y estamos a tiempo de comenzar a cambiar el abono que alimenta la semilla de nuestra especie, es hora de sembrar y rescatar ideas diferentes que aseguren la supervivencia de la raza humana. Ideas que han sido aportadas desde hace mucho por unos pocos, pero que han sido dejadas en letras y hojas de libros cerrados. No podemos permitir que el mundo moderno y la "sociedad" sigan pateando, maltratando y mal abonando a nuestros niños. Quien quiere una buena cosecha cuida la semilla…..y definitivamente, el mundo adulto se está encargando de hacer que la nuestra se marchite mucho antes de germinar.

El éxito como meta exclusiva, la sobre exigencia escolar, el premio-castigo como método de enseñanza, la etiqueta mal llamada calificación, el materialismo desmedido convertido en consumismo enfermizo, la desvalorización de la sencillez, la adulación ciega a la riqueza material, el entretenimiento retorcido y desenfocado que regala la TV y la falta de tiempo libre son entre otros los principales factores de intoxicación de nuestra cosecha. Es de urgencia extrema cambiar de abono; ya no es una opción, sino la única forma de cambiar de rumbo…..porque si de algo estoy totalmente convencido es de que vamos por el equivocado.

Por Elvis Canino

viernes, 25 de marzo de 2011

CUESTION DE CONCEPTOS?


"Todas las personas mayores fueron al principio niños. (Aunque pocas de ellas lo recuerdan.)"
(Antoine de Saint-Exupéry)


Existe una confusión generalizada entre lo que significa crianza con respeto y lo que algunos lectores del blog han definido como “Crianza caprichosa”. Comencemos a diferenciarlas definiendo sus conceptos básicos según el diccionario:
Criar: Instruir, educar, dirigir.
Respeto: Sentimiento que lleva a reconocer los derechos, la dignidad o decoro de una persona o cosa y a abstenerse de ofenderlos.
Capricho: Deseo vehemente, antojo.
Según estas definiciones podríamos definir “Criar con respeto” como la educación o instrucción que se le da a un niño en casa y en la escuela, enseñándole a hacerse respetar, a sentirse amado, importante y valioso. A saber que sus derechos terminan donde comienzan los de su prójimo, pero absteniéndonos de ofenderlos y por supuesto de maltratarlos.
La “Crianza con capricho” (Término que ha nacido a raiz de muchísimas conversaciones con lectores y allegados) podría definirse como la educación e instrucción donde se satisfacen todos los deseos materiales (o al menos los que están al alcance), donde algunas veces no se maltrata físicamente pero se chantajea emocionalmente, o simplemente se es indiferente a las verdaderas necesidades afectivas, donde se deja de fijar limites y donde se exige el respeto que no se da, o en el peor de los casos se permite irrespetar.
Pero ojo, no hablo del respeto ciego que algunos adultos exigen, más no dan. No se puede pedir lo que no se da. Si irrespetas a un niño, es totalmente absurdo que le exijas respeto a cambio. Si le dices que debe hacerlo simplemente por que eres mayor, y tu conducta hacia con él o hacia los demás es contraria, quizás te temerá, pero no te respetará.
Un niño criado con respeto, respeta. Un niño criado con amenazas o violencia, teme. Un niño criado de manera caprichosa desconoce límites y exigirá complacencia todo el tiempo y en todo lugar (Y no me refiero a complacer las necesidades afectivas reales)
Criar con respeto no es, como muchas personas creen, regalar objetos para "demostrar amor"; satisfacer cualquier deseo material para evitar berrinches; permitir conductas inapropiadas, a veces con violencia incluída, en fin, dejar que los niños hagan lo que les de la gana, cuando y donde les dé la gana. NO, se trata más bien de un dar y recibir amor, atención, tiempo, paciencia. Pero óigase bien, DAR Y RECIBIR; debe ser bidireccional.
La mayoría de los adultos que conozco y oigo quejarse de que sus hijos son irrespetuosos, desconsiderados, caprichosos, mezquinos y una infinita lista de atributos o mejor dicho defectos, debería detenerse a revisar cuantos de estos defectos de carácter no son más que proyecciones de ellos mismos reflejadas como en agua cristalina . Los niños son espejos fieles donde se proyectan sus padres, sus maestros y hasta la misma sociedad; y eso en vez de condenarlo, deberíamos aprovecharlo para nuestro propio crecimiento.
¿Quieres que te dé un secreto para que tus hijos o alumnos te escuchen, con verdadera atencion en caso de que quieras comenzar a enmendar las cosas, por que la comunicación "se te ha salido de las manos”? Deja de hablarles desde el adulto, desde la autoridad unidireccional que exige respeto por que sí y no dá nada parecido a cambio. Háblales desde el suelo, como un niño. Bájate de tu pedestal de progenitor o maestro, ensúciate, acuéstate en el piso y mírale a los ojos con amor, no con autoridad inflexible. Los niños "respetan" el autoritarismo por puro temor. Pero existe alguien que fácilmente logrará conexión con su esencia y su alma, ese es tu propio niño interno y él no sabe hablar desde las alturas del poder, solo sabe conversar y escuchar desde la simpleza, la humildad y el amor, poniéndose a la altura de su interlocutor y mirando el mundo con el mismo cristal limpio y aun a salvo de la suciedad del mundo adulto.

Por Elvis Canino

jueves, 27 de enero de 2011

EGOS SUICIDAS




Basta con echar una mirada a la gente que nos rodea en las calles y en nuestro entorno. Miradas malhumoradas, paso acelerado, respuestas hostiles, sumisión, paranoia, temor, agresividad, egoísmo, estrés, enfermedades, adicciones, y una infinita lista de características totalmente opuestas a un estado de paz y serenidad que sería nuestro estado ideal de no estar tan desconectados de nuestra verdadera esencia.

Si observas bien y con el corazón a las personas con las que interactúes en el día a día, no verás otra cosa que niños asustados y llenos de rencor encerrados en cuerpos de adultos. Todo ese estrés, toda esa prisa, toda esa ira, todo ese miedo, acumulados en un pequeño niño atrapado, que aún sigue sin perdonar, sin rebelarse, sin contestar y muchas veces hasta sin cortar el cordón umbilical.

Esto, entre otros factores, por que no se deja a los niños ser niños. Queremos que actúen como adultos desde pequeños; que estén en la escuela desde que caminan o hasta antes, que tengan normas de etiqueta y sean maniáticos del orden y la limpieza desde que gatean; que se comporten bien, lo que quiere decir que no jueguen rompiendo cosas, explorando y ensuciándose o sea aprendiendo como debe aprender un niño. Si fantasean, los etiquetamos como mentirosos; si se ensucian, como revoltosos; si son ellos mismos, como hiperactivos; si replican, como contestones; si desobedecen una orden (a veces absurda), como niños malos.

Lamentablemente mientras en nuestra sociedad se sigan repitiendo y retransmitiendo patrones de crianza y educación que implican: la recompensa y el castigo; la severidad; la necesidad de aprobación por parte de padres, familiares y maestros; las calificaciones basadas en competencia y demostración de aptitudes; las etiquetas; la escolaridad “institucional” sin sentido y repleta de reglas absurdas que en vez de estimular la independencia, más bien incentiva la obediencia y sumisión, siempre vamos a seguir teniendo un planeta repleto de gente vacía, dependiente, sumisa, egoísta, estresada, enferma, malhumorada, materialista, triste, adicta, y con muy pocos valores. O sea, una condena segura a la autoaniquilación de la raza humana.

Los avances y el desarrollo están bien, y hay que estar agradecido con algunos de los beneficios que implican, pero olvidamos algo, nuestro avance como seres humanos. Tenemos un terrible estado de emergencia, estamos a punto de destruir todo lo que existe en el mundo material por culpa de nuestra codicia, nuestra arrogancia y nuestra necedad.

Es hora de impartir tanto en la casa como en las escuelas materias prioritarias como: autoestima, espiritualidad (no confundir con religión), paz, meditación, respeto a toda manifestación de vida, ecología, artes y otras materias que urgentemente deberían reemplazar a otras que solo nos dejan un banco de memoria repleto de datos y fórmulas que jamás resolverán lo esencial: nuestra conexión con la verdadera felicidad. Es hora de que paremos la carrera armamentista y tecnológica y emprendamos urgentemente un viaje al fondo de nuestro verdadero ser. Dejemos de buscar afuera y comencemos la búsqueda interna, invirtamos todos nuestros recursos en eso, ya que de no hacerlo, muy pronto no tendremos planeta donde seguir “avanzando”.

Los niños siempre han venido a recordarnos esto, pero nuestra sociedad utiliza sus mejores armas (padres y maestros, video juegos, modas, sistema educativo, religión, medicamentos, leyes y reglas, alimentos transgénicos, adoctrinamiento social, azúcar, alcohol y drogas tanto legales como ilegales, medios de comunicación, especialmente la TV) para hacerlos olvidar, desconectarlos de su esencia y convertirlos en lo que nos convirtió a nosotros, en egos suicidas…….

Por Elvis Canino


domingo, 2 de enero de 2011

...Cuando más te necesito!


Cuando parece que no me quiero estar quieto
Cuando hago más ruido del que toleras
Cuando rompo cosas valiosas para ti
Cuando hago pataletas “por todo”
Cuando no dejo de llorar por lo que, para ti, son tonterías
Cuando nada puede lograr que me concentre
Cuando todo lo que me dicen me molesta
Cuando no mantengo el orden que me haría digno un premio
Cuando mis calificaciones no te complacen
Cuando te llaman de la escuela para darte quejas de mi conducta
Cuando parezco no comprenderte
Cuando golpeo a otro niño
Cuando parezco sumergido en mi mundo y no te atiendo
Cuando no soy un niño modelo, ni digno de halagos... ¡como los hijos del vecino!
Cuando te avergüenzo en público por no saber "comportarme en sociedad"
Cuando hago cualquiera de estas cosas, es cuando menos necesitaré tu desaprobación, tus gritos, tus regaños, tus azotes, tu indiferencia, tu desamor...
¡Es justo en estos momentos cuando más te necesito!


Por Elvis Canino