martes, 15 de septiembre de 2009

ENSEÑAR CON EL EJEMPLO


Tengo un amigo que es Médico y cuyo hábito de fumar llega a los niveles de “alarmante” (Lo digo yo que fui fumador); una vez le pregunté cómo hacía para decirle a sus pacientes que el tabaco mata, cuando su olor característico (detectable a varios metros de distancia) es el de la nicotina; su respuesta fue:
“- Fácil, le digo al paciente: haga lo que dice el Doctor; no lo que hace el Doctor.” Como me reí con la respuesta de mi amigo, pero luego reflexionando al respecto caí en cuenta que es la respuesta que la mayoría damos consciente o inconscientemente a nuestros hijos: "Haga lo que dice Papá; no lo que Papá hace"
Les pedimos que no digan malas palabras, y las decimos; les pedimos que no coman dulces entre comidas, y los comemos; les decimos que no griten, y les gritamos; les decimos que no peguen, y les pegamos.
Para nuestros niños somos lo más grande, su único punto de referencia, su molde. Ellos no dejan de observarnos y estudiarnos aunque a veces no nos demos cuenta; observan nuestros gestos, reacciones, palabras y movimientos para absorber todo lo que pueden. Por lo tanto, es absurdo que pretendamos decirles que algunas cosas son malas, pero que a nosotros sí se nos está permitido porque somos adultos; los adultos sí podemos gritar, los adultos sí podemos golpear, los adultos sí podemos irrespetar. Veo mucho la escena del niño al que se le pide, mejor dicho, se le exige respetar al adulto por que es adulto; mientras ese mismo “adulto” (espero valga la redundancia) se burla de él, lo humilla en público y se ríe de cómo habla, por ejemplo.
Si queremos que un niño respete, respetémoslo; si queremos que no maltrate las plantas o los animales, pues no lo hagamos nosotros; si queremos que sea amable, seamos amables con él; si queremos que se alimente sano, no lo recompensemos con comida chatarra. Conozco un caso en que los padres se quejan de que otros niños se comen la ensalada o disfrutan su sopa mientras el de ellos no; pero entonces llevan a este niño cada semana a Mc Donalds y siempre tiene un caramelo en la boca; entonces, mi pregunta es: ¿Como quieres que adore la sopa? . Conozco otro caso en que la Madre "golpea" a la niña por que ésta golpea a los otros niños, ¿Por qué la niña golpeará a otros? Y ni hablar de un caso muy cercano a mí en que el padre golpea al niño de 9 años por que bebía cerveza escondido con sus primos, ¿Y cual creen que es la imagen que el niño ve los fines de semana? Al papá cerveza en mano, ¿Me copian? No pretendo juzgar a nadie, ni hacer el papel de la santa inquisición. No se trata de ser un santo; se trata de predicar con el ejemplo, de saber que si nuestros niños nos observan como referencia, debemos tratar de hacerlo lo mejor que podamos sobre todo cuando estemos frente a ellos. Se trata de que no es justo que les castiguemos por hacer cosas que nos ven hacer a nosotros. Se trata de que debemos respetarlos y exigirle a los otros adultos que los respeten, no aplaudir burlas de “adultos” ni de nadie hacia ellos, y enseñarlos a que así como deben respetar deben exigir respeto.
Yo fui niño, y jamás me gustó que se burlaran de mí. Muchas veces soporté burlas y bromas pesadas de mis propios familiares, cerrando los puños de la rabia y la impotencia que me daba no poder responder en nombre de que “a los tíos se les respeta”. Y recomiendo ponernos en su lugar cuando veamos a nuestros niños en una situación similar, preguntemos a nuestro “niño interno” si a él le gustaría estar viviendo la misma situación. Al mío definitivamente no le gusta, por lo que yo no pienso permitir que frente a mí se den semejantes shows con ningún niño. A los adultos es a quien les sale regaño y halada de orejas, deberíamos aprender más de los niños en vez de querer tener siempre la razón………..estoy convencido de que ellos son los verdaderos maestros……….
(Elvis Canino)

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