sábado, 23 de agosto de 2014

Queridos Niños del Mundo…

Les escribo estas breves líneas para saludarles.
Está bien, no solo les saludo también quisiera, en nombre de todos los adultos, pedirles perdón.
Sí… perdón.
Les pido perdón por creernos superiores, por creer que ustedes no tienen derechos, por utilizar el “título” de hijos como “sello de ganado” que los convierte, según nosotros, en nuestra propiedad.
Les pido perdón por no saber escucharles, por no tomar en serio lo que dicen, por burlarnos de sus sueños y fantasías, por querer convertirles en.… nosotros!
Les pido perdón por nuestra mala memoria, por haber olvidado que un día también fuimos niños, por haber dejado atrás su maravilloso y mágico mundo, por haber dejado de jugar, de saltar... de sonreír.
Les pido perdón por nuestra arrogancia, por querer tener siempre la razón, por pretender tener evidencias y pruebas tangibles de todo, por no saber reconocer y honrar nuestra propia ignorancia.
Les pido perdón por el maltrato, por creer que los golpes y gritos enseñan, por pensar en “amaestrarles” más que en dejarles ser, por querer moldearlos a nuestra conveniencia.… por favor, perdónennos.
Les pido perdón por los castigos, por pretender que son beneficiosos, por pensar que algo bueno queda de ellos, por utilizarlos como excusa para no tener que usar nuestro ejemplo como modelo y guía.
Les pido perdón por las guerras, por creer que las banderas importan, por creer ser mejores que otros, por explotar a los débiles, por pisotear y excluir  a quienes piensan de forma distinta.
Les pido perdón por el daño que hemos hecho al planeta, su casa. Por creer que somos dueños de algo, por sobrevalorar las posesiones, por no saber cuidar la herencia que a ustedes, y a quienes vienen detrás de ustedes, pertenece.
Por todo esto y más, les ruego nos sepan entender.
Un día olvidamos pensar como niños y nos creímos perfectos.
Un día cambiamos nuestra risa por el rencor y la tristeza.
Un día alguien nos convenció de que el mundo era un circo dantesco donde gana el que golpea más fuerte.


Un día… ¡Ay, qué día aquel!, dejamos de subirnos a las nubes y adoptamos esas máscaras  que nos hacen sentir tan seguros.… 
¿Dije seguros? bueno... ya no lo creo tanto! 

Con amor, su amigo de siempre... Elvis Canino

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